¿Es cierto que las galletas que comemos contienen amoniaco?
Hace unas semanas Ainhoa nos hablaba de las sustancias nocivas que podemos encontrar en los paquetes de galletas que están a la venta en cualquier hipermercado / supermercado y/o tienda de alimentación. Tengo que confesaros que la primera vez que leí el artículo pensé “esta chica se ha vuelto loca… ¿pero cómo va a permitir Sanidad que haya amoniaco o cualquier otro producto similar en una galleta?”. Y lo segundo que pensé fue en mi hija y la cantidad de galletas que se ha podido llegar a comer en sus casi 3 años de vida. Y ya no os digo yo misma… ¡que me encantan!
Empieza la aventura
Así que ni corta ni perezosa me decidí a comprobar por mí misma si efectivamente un alimento tan común y tan consumido en el día a día como las galletas tenía algún tipo de componente o ingrediente que pudiera parecerse o siquiera nombrar la palabra amoniaco. Para llevar a cabo mi ‘investigación’ fui a 2 de los supermercados más conocidos (no voy a decir los nombres… aunque seguramente viendo algunas de las fotos todos sabréis cuáles son).
De todo el artículo más técnico que publicamos sobre el tema y que puedes consultar aquí me grabé a fuego dos componentes: bicarbonato de amonio y carbonato de amonio, que tal y como explicó Ainhoa, el propio departamento de salud de New Jersey los tenía calificados como peligrosos tanto en su manipulación como en su consumo, siendo el bicarbonato de amonio el que generaba más dudas.
Empecé mi recorrido en una de las grandes superficies más conocidas de nuestro país. Me dirigí presta y dispuesta a buscar todas aquellas marcas que seguro apostaban por alimentos libres de cualquier sustancia sospechosa… pero pronto me di cuenta que las cosas no iban a ser como yo esperaba.
Llegué al área de las galletas, no os exagero si os digo que había por lo menos 100 marcas diferentes, una auténtica locura. Metros y metros cuadrados dedicados a un mercado que el año pasado facturó casi 1.000 millones de euros, según datos de la consultora IRI. Me dirigí en primer lugar a la categoría de Integrales y Dietéticas que subió sus ventas en volumen en 2016 un 14,5%. Allí, una gran cantidad de productos, desde galletas de salvado de avena, sin gluten, digestive sin lactosa, de germen de trigo, de soja, con quinoa etc. Decenas de tipologías de galletas que jamás había visto… y todas con varios denominadores comunes: carbonato de amonio, bicarbonato de amonio, aceite de palma, grasas saturadas… vamos, todo armonía para nuestros oídos y salud para nuestro cuerpo (modo ironía activado). Sí es cierto que había oído y leído en ocasiones que los alimentos calificados como ‘ecológicos’ en realidad escondían detrás algún que otro nubarrón negro, y ésto no hizo más que certificarlo. ¿Por qué entonces pagamos hasta un 35 o 40% más por este tipo de productos si realmente no nos están aportando lo que nos prometen? Buffff, marketing, mucho marketing tienen estos productos.
A continuación me dirigí a la categoría de galletas para el desayuno, rellenas y barquillos. Tengo que deciros que encontré más de lo mismo. Daba igual la marca, las había de todos los colores y formas (marcas blancas, marcas súper reconocidas, marcas menos conocidas) pero ninguno, repito ninguno, de todos los paquetes que revisé (creedme cuando os digo que fueron más de 50-60 diferentes) estaba libre de los dichosos carbonato o bicarbonato de amonio. De verdad que seguía sin creérmelo.
Finalmente, fui a revisar la categoría de galletas dirigidas al segmento infantil, con idéntico resultado. Y aquí ya fue cuando me cabreé de verdad… ¿pero qué les estamos dando a nuestros hijos? ¿de verdad que están comiendo amoniaco? Ya sé que no hay que alarmar y que todos los productos están aprobados por Sanidad, pero creo que sí que hay que ser sinceros y decir las cosas tal cual son. Yo es que cuando me tocan la fibra sensible, que es mi hija y todo lo relacionado con ella, reconozco que me vuelvo un poco intolerante.
Y al fin… ¡se hizo la luz!
Después de más de 45 minutos entre barquillos, galletas y demás y cuando me disponía a irme a mi casita, me fijé en unas galletas que había en una esquina inferior de una de las estanterías. Al parecer era una zona donde había marcas muy poco conocidas con poco surtido. Y se me ocurrió echar un vistazo a ver si finalmente mi trabajo de ‘investigación’ daba algún fruto… ¡Y lo dio! Finalmente encontraba un paquete de galletas en los que no aparecía la palabra amonio por ningún sitio. ¡No podía creérmelo! No soy de hablar de marcas, y de hecho ya habréis visto que a lo largo del artículo no he nombrado a ninguna por respeto a todas ellas, pero creo que ésta sí merece que la nombre. Campbells, en concreto los Shortbread fingers de esta marca, eran las galletas. Entre sus ingredientes harina de trigo, leche, mantequilla, azúcar, maicena, sal y como gasificante el bicarbonato de sodio.
En ese momento, me ‘vine arriba’ y decidí husmear también en las otras marcas que había al lado. Y cuál fue mi sorpresa cuando, justo al lado de la marca Campbells Shortbread, me encuentro con otra marca cuyas galletas tampoco tenían entre sus ingredientes la palabra amonio, Bonne Maman. En esta ocasión, era una marca francesa y sus galletas eran las Tartalettes chocolat et caramel.
Tengo que deciros que me llevé una gran alegría al encontrar por fin alguna marca que apostara por productos un poco más saludables 🙂
Otra oportunidad: visita a un supermercado
No contenta con la visita a la gran superficie decidí que este artículo sería mucho más completo si también incluía una visita a un supermercado más pequeño, en concreto elegí una de las cadenas más conocidas. Quería de verdad confirmar si era tan tan difícil encontrar marcas de galletas en las que no estuviese presente por ningún sitio la palabra amonio. Ya en el super me dirigí hacia el área donde se encuentran estos productos. Ni que decir que obviamente la oferta era mucho más pequeña que la encontrada en la gran superficie. Aún así encontré todo un pasillo. Después de un buen rato revisando la marca blanca de este establecimiento, así como todas las marcas reconocidas que encontré, tengo que confirmaros que no encontré ningún paquete de galletas que no tuviera carbonato o bicarbonato de amonio. Así de real y así de triste, para qué voy a engañaros.
La única realidad es que el consumidor no tiene ni idea de la gran cantidad de ingredientes poco saludables que polarizan nuestros alimentos. Este artículo me ha servido para empezar a fijarme mucho más en los ingredientes que componen los alimentos que compro a diario, algo que no había hecho nunca antes. Ya sé que es algo muy difícil de controlar, pero si al menos podemos evitar algunos ingredientes dañinos, todo eso habremos ganado.
Patrizia Pitarresi
16/10/2017 at 11:50En mi familia de origen siciliano se preparan galletas de hace más de 80 años que llevan bicarbonato de amonio. Por supuesto la cantidad que se usa es muy poca. La verdad que nunca nos hemos enfermado.